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Reducir el hambre a la mitad

Abstract

En el año 2000, los líderes del mundo establecieron la meta de reducir a la mitad el porcentaje de personas con hambre entre 1990 y 2015. Esta meta más bien modesta forma parte del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, el cual también hace un llamado a reducir a la mitad la proporción de personas que viven en la pobreza y a lograr que todas tengan empleo. Sin embargo, los esfuerzos orientados a lograr esta meta se han desviado y el mundo está cada vez más lejos de alcanzar este objetivo. Todavía es posible lograr la meta de reducir el hambre a la mitad para el 2015, pero para ello no será suficiente hacer las cosas como de costumbre. Lo que se necesita es cambiar la forma de hacerlas, aplicando un enfoque más inteligente, innovador, rentable y mejor encauzado para reducir el hambre. Los cinco elementos de este nuevo enfoque son: El primer paso para reducir la pobreza y el hambre en los países en desarrollo es invertir en la agricultura y en el desarrollo rural. La mayoría de las poblaciones pobres y hambrientas del mundo viven en las zonas rurales de África y de Asia, y dependen de la agricultura para sus medios de subsistencia. Sin embargo, en muchos países en desarrollo continúa existiendo una subinversión en la agricultura. Las investigaciones en África y Asia han mostrado que la inversión en investigación agrícola y servicios de extensión genera grandes impactos en la productividad agrícola y en la pobreza, y la inversión en infraestructura rural puede originar beneficios aún mayores. El aumento de la inversión en una protección social que se centre en la nutrición y la salud también es crucial para mejorar la vida de los más pobres. A pesar de que los encargados de formular las políticas ven cada vez más la importancia de gastar en la protección social, todavía hay muy pocos programas productivos de este tipo que estén bien encauzados hacia los hogares más pobres y hambrientos, y que aumenten la capacidad productiva. Los nuevos actores en el campo del desarrollo global—el sector privado, las organizaciones filantrópicas y los donantes de las economías emergentes—tienen un papel importante que desempeñar en la reducción del hambre en los países en desarrollo. Sin embargo, las oportunidades que estos socios ofrecen para el desarrollo no se han aprovechado plenamente. Por ejemplo, con los incentivos adecuados, el sector privado podría aportar innovaciones e inversiones eficaces y sostenibles para ayudar a luchar contra el hambre. No obstante, en muchos países, las empresas privadas tienen pocos incentivos y operan dentro de un entorno de negocios deficiente, donde la protección de los derechos de propiedad es inadecuada. Actualmente, los donantes de las economías emergentes desempeñan un papel creciente en el campo de la asistencia al desarrollo, pero todavía no se han integrado plenamente a la agenda de trabajo para alcanzar la seguridad alimentaria global.